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Cerca de cien personas se dieron cita en la Fundación Poniatowska para celebrar la inauguración de Colores del tiempo: Momentum Vitae, exposición del artista nahua Gregorio Guerrero Díaz. La velada, acompañada de pintura y poesía, se convirtió en un encuentro íntimo y colectivo, donde las obras dialogaron con cada asistente en un lenguaje de memoria, materia y sensibilidad.

Guerrero, con la madurez y maestría que otorgan los años, presentó una serie marcada por una pátina que ilumina la experiencia visual con una fuerza simple y a la vez poderosa. Sus trazos espontáneos y huellas de color se convirtieron en caminos abiertos hacia la naturaleza, invitando a sentir la sensualidad de las formas y texturas, y a reconocerse en esa realidad personal que, al expandirse, se vuelve compartida.

Aquí el maestro Gregorio Guerrero con su hijo Gubidxha Guerrero y Natalia Toledo, durante la velada.

La exposición no solo mostró la grandeza de un lenguaje plástico enraizado en la tradición nahua y expandido hacia lo universal; también dejó al descubierto el rol del arte como espacio de encuentro y transformación. La poeta Natalia Toledo también se hizo presente con su poesía y talento, haciendo de esa inauguración, una noche especial.

Natalia Toledo, poeta, invitada especial

En esta noche inolvidable, pintura y poesía se entrelazaron para reafirmar que la creación artística es vida, memoria y un puente hacia lo esencial: la emoción compartida.

Aquí el maestro Gregorio Guerrero con Felipe Haro y Natalia Toledo, durante la velada.
Aquí el fotógrafo Ulises Castellanos, la poeta Natalia Toledo y el director de la Fundación Poniatowska, Felipe Haro en la ciudad de México, durante la apertura de la exposición del maestro Guerrero.
Durante la inauguración tocó la guitarra Talón Guerrero, mientras Gubidxha Guerrero presentaba a Natalia Toledo y el maestro Gregorio observaba a los asistentes en la Fundación Poniatowska.
Obra del maestro Gregorio Guerrero
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