Por Raciel Rivas
En el corazón de la Santa María la Ribera, Alexander Iskin nos abre un portón antiguo de madera. Cruzamos de inmediato un pasillo cuál umbral que atraviesa dos distintas dimensiones. No exagero, atrás quedó la ciudad con su desenfreno y su neurosis; no más claxons, ni mentadas de madre por el tráfico. Se presiente un refugio, estamos a salvo.

El refugio emana olores intensos de café recién hervido, aromas de leños viejos que te transportan a una sensación boscosa. Una melodía se acerca de una de las habitaciones del fondo. ¿Qué escuchamos? Le pregunto a Iskin mientras sorbo de mi taza el café recién preparado por él. ¡Tchaikovsky con el dúo Crommelynck! ¿Los conoces? me responde con emoción. A Tchaikovsky sí, al dúo no, respondo. Alexander Iskin comienza a platicarme sobre la relación amorosa del dúo y su intirigante e inexplicable suicidio de ambos luego de una carrera insólita de logros musicales. Estoy absorto, no había escuchado una historia similar en el mundo de la música instrumental, no había escuchado así a Tchaikovsky ni su majestuosidad a cuatro manos con este misterioso dúo.

El patio de Iskin tiene un caballete con una pieza colorida que me atrae como un imán. ¿Tu nueva exposición? Le pregunto.
-Así, es, ”La arribada”, que se refiere a ese momento cuando las tortugas entran a la playa para poner sus huevos.
-¡Ah, claro! ¿Y por qué te inspiraste en ello?
– Fue a partir de un viaje a Chacahua, en Oaxaca, y tuve la oportunidad de ver la arribada. Pude apoyar a las tortugas que estaban volteadas. ¡Es muy mágico! Te cambia la conciencia. Algo muy espiritual. Vi las tortugas de cuarenta años aproximadamente de edad. Supe que las tortugas vienen además siempre al lugar de nacimiento al momento de su muerte. Descubrí que las tortugas que están abajo apoyan a las de arriba que van saliendo. Además de que tienen una comunicación especial. Se acaba de descubrir que las tortugas tienen comunicación desde los huevos y por eso nacen al mismo tiempo, eso lo acaban de descubrir. Nosotros no podemos escuchar esas señales pero ellas sí se escuchan entre sí.

Conocí a Iskin hace un año aproximadamente en una reunión de una amiga artista en común, Manu. Tras presentarmelo, él me comentó que nació en Rusia pero que había estado viviendo gran parte de su tiempo en Alemania. Me habló de su entonces producción “Los conejos son extraños cuanto tú eres extraño”, intitulada en alusión a la pieza icónica de The Doors, “People are strange when you are a stranger”. Esa noche Iskin colocó sobre el piso la serie: era enigmática. Tiempo después me lo volví a encontrar, le pregunté sobre la serie, me dijo que había sido instalada en la prestigiosa tienda de Montblanc en Chicago.
-¿Dónde están los conejos Iskin?
Risas
– Los conejos por todos lados. Esta casa tiene algo muy particular. Un día vino un amigo diseñador y los dos nos quedamos sorprendidos. Me dijo que él había vivido aquí y esta coincidencia es muy rara. Además me habló de un portal que él había descubierto en esta casa, una especie de onda energética muy interesante. Curiosamente cuando escribí mi novela sobre los conejos, describo en ella una especie de puerta de donde salen todos los animales fantásticos. No solo conejos, sino más animales.
-¡Y ahora tortugas!
-Así es. (risas)
Iskin nos sirve más café a mi y a mi acompañante Liphi Dammema, quien ha quedado asombrada por la ternura y sensibilidad que desbordan las obras en homenaje a las tortugas. Recorremos la sala, un cuarto, otro cuarto, un baño que contiene no agua sino un óleo. La casa desborda color.
-Noto en tus pinceladas alguna influencia de Kandinsky ¿Es así Iskin?
-No necesariamente. Sí hay influencia, porque me gusta Kandinski, pero esto no es como Kandinsky.
-En eso tienes razón, veo más movimientos instintivos que geométricos. Pero ¿qué tal el fauvismo? Veo mucho color.
-Hay algo de ello, pero trato de no pensarlo.
Las pinceladas de Iskin plasman el sentimiento de lo que vivió en aquellas noches de la arribada y la liberación de las tortugas. Cada pincelada y combinación de color son signos de una emoción liberada, evocaciones del surgimiento de la vida. Comienza a llover. En la ciudad han sido días sin tregua por la fuerza de Tlaloc. Me levanto de la silla apresurado para evitar que los óleos se mojen. Iskin con una calma muy al ritmo del dúo Crommelynck que aún se escucha al fondo, me detiene y me dice que le gusta la idea de que la lluvia acaricie sus óleos. Me sorprendo de la sensibilidad y de esa expectativa. Vamos por más café. Desde la cocina las gotas comienzan a escurrir sobre el lienzo. Iskin es sin duda un artista de la naturaleza. La naturaleza lo persigue. Los conejos, las tortugas, la lluvia. Las tortugas apenas figuradas y perceptibles ahora están rociadas no solo de color, sino de llovizna y el vapor del café que se evapora como la misma tarde.
Epílogo
La arribada se encuentra exhibida en la galería Studio 244, (Tonalá 244, roma sur) hasta el domingo 26 de octubre. Ese domingo se presentará un fashion show con la artista Alejandra Moonshiva y el diseñador de modas Nestor Osuna.





