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El Vaticano se prepara para un cónclave que elegirá al sucesor del papa Francisco tras su fallecimiento el 21 de abril de 2025. Este cónclave será el más numeroso de la historia, con 135 cardenales electores provenientes de 71 países, lo que refleja una Iglesia más internacional que nunca. La elección se da en un contexto de marcada división interna entre un sector reformador, afín a las líneas de Francisco, y otro más conservador que busca un repliegue.

Ya han surgido alrededor de 15 papables, es decir, candidatos con posibilidades reales de ser elegidos, aunque no hay un favorito claro debido a la gran renovación del Colegio de Cardenales realizada por Francisco, quien nombró a cerca del 80% de los electores, muchos de ellos provenientes de regiones poco conocidas y con poca relación entre sí. Esto hace que el cónclave sea impredecible y pueda deparar sorpresas, como ha ocurrido en elecciones pasadas donde candidatos poco conocidos han emergido como papas.

El proceso de elección requerirá una mayoría de dos tercios, es decir, al menos 90 votos de los 135 cardenales votantes, lo que implica la necesidad de un consenso amplio entre las distintas facciones. Además, existe preocupación en el Vaticano por el impacto de campañas de desinformación y noticias falsas que podrían influir en la elección, un fenómeno inédito en la magnitud actual para un cónclave.

En resumen, el próximo cónclave se perfila como un proceso complejo y posiblemente largo, marcado por la división interna de la Iglesia, la diversidad internacional de los electores y la ausencia de un claro favorito, con al menos 15 papables en competencia y la expectativa de una elección que definirá el rumbo futuro de la Iglesia Católica.

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