Por Juan José Díaz Infante
“Cría cuerdos y te sacaran los locos”
Jaime López
Ahora que hay todo un discurso de renovación moral en la cultura mexicana, me he puesto a reflexionar sobre el giro que el nuevo “stablishment del anti stabishment “, cuyos nuevos criterios piden que haya una disculpa de España por habernos conquistado, habría que hacer también una reflexión sobre nuestra relación con Suecia. ¿Por qué no? Esta reflexión me ha llevado 9 años en gestación.
Cuando Bob Dylan ganó el Premio Nobel de Literatura en 2016, la Academia Sueca justificó su decisión diciendo que el músico estadounidense había creado “nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción americana”. Nadie duda de su talento: Dylan convirtió la canción popular en un espacio de protesta y en una forma de literatura moderna. Pero el Nobel, que presume de amplitud, mostró también su miopía cultural: miró a Estados Unidos, pero no al sur del continente. Una especie de explorador de nuevas tierras, pero que ya hayan ido antes, exploración selectiva.
Porque si de poetas de la canción se trata, el paralelo inevitable no está solo en Joan Manuel Serrat, con su ternura mediterránea, sino en alguien más incómodo, más crudo y más radical: Jaime López, el rocanrolero mexicano que convirtió la jerga urbana en poesía y la contracultura en acto literario.
Jaime López escribe canciones como códigos, describe una cotidianidad del tercer mundo sin saber qué significa “normal”, se inventa una narrativa inteligente que es un rompecabezas y que tiene varias soluciones: puede ser crítica, puede ser costumbrista o puede ser una canción.
Comparemos a Dylan con López.
Derechos humanos: dos mundos distintos
- Dylan cantó por los derechos civiles en un país donde, al menos en el papel, esos derechos existían. Su música se volvió bandera para una lucha legítima, pero también reconocida: una parte de “la sociedad” ya los tenía, y el debate era cómo incluir a los que faltaban.
- López, en cambio, compuso en un México donde los derechos humanos no los tiene nadie. Un país donde el rock estaba censurado, la contracultura vigilada y la represión era política cotidiana. Hacer canción de denuncia en México no era alzar la voz en un sistema con grietas: era cantar contra un muro armado. La comisión de Derechos Humanos en México es muy reciente, es de 1990.
El lenguaje: universalidad vs. hermetismo local
- Dylan escribió con símbolos bíblicos y modernistas, un lenguaje que podía universalizarse, traducirse, exportarse.
Bob Dylan escribió muchas canciones de protesta que se convirtieron en himnos para los movimientos por los derechos civiles y contra la guerra de Vietnam, como «Blowing in the Wind», «A Hard Rain’s a-Gonna Fall» y «Masters of War». Aunque no siempre se consideró un artista activista, sus letras abordaban temas como la injusticia social, el racismo y el pacifismo, utilizando noticias y eventos de su época para inspirar su poesía y criticar el status quo.
- López inventó su propio código: la jerga chilanga, el caló urbano, la ironía mexicana. “Chilanga Banda” no se traduce, no busca ser comprendida por un sueco ni por la academia: es un idioma dentro del idioma. Un hermetismo poético que exige pertenecer para entender.
López se caracteriza por una actitud que va en contra de lo convencional, abordando la realidad desde una perspectiva pragmática y poco conformista, a menudo de forma irónica.
¿Quién es más innovador?
- Dylan fue innovador porque llevó la canción al terreno de la literatura.
- López lo es porque llevó la calle al terreno de la poesía. Si Dylan es canon en vida, López es todavía un poeta subterráneo, incómodo, casi ilegible para la mirada europea.
Manifiesto final
Señores de la Academia Sueca, su Nobel de Literatura sigue siendo profundamente eurocéntrico. Reconocer a Dylan fue seguro: traducible, vendible, culturalmente digerible. Pero la verdadera universalidad no está en premiar lo que ustedes entienden, sino lo que los obliga a salir de su comodidad.
Dylan cantó desde un país con instituciones y derechos; López lo hace desde un país donde nadie los tiene. Dylan habló con un inglés global; López inventó un español cifrado en claves imposibles para su oído. Dylan fue la voz de una protesta reconocida; López es la voz de un continente invisible.
El Nobel celebró al poeta que cabía en su biblioteca. El reto pendiente es reconocer al que destruye sus categorías, incomoda sus cánones y habla en un idioma que Estocolmo no quiere escuchar.
Porque la pregunta ya no es si Dylan merecía el Nobel. La pregunta es más incómoda: ¿cuánto tiempo seguirá el Nobel premiando lo que entiende y sin saber lo que lo desborda?
Solo queda decir y cito a Bob y a James, a ambos:
“Ahí va la chilanga banda
Chinchín si me la recuerdan
Carcacha y se les retacha”
Där går chilangabandet
Tyst om du påminner mig
«Galen och de kommer att bli tillrättavisade»
“The answer my friend is blowing in the wind”
¿Quién genera innovación en la poesía?
Quién podría decir y entender en sueco “Por mi raza hablará el Piporro” y traducirla al sueco y sumarle “Quítame tu cómic de mi vista”.
För min ras kommer piporro att tala
o
ta din serietidning ur min synhåll
¿identificar esto como algo sublime?
Playlist de Jaime López:
- La soga
- Chilanga Banda
- Con cara de memorándum
- 1 a Calle de la Soledad
- Dylancico
- Mi Libertad
- De este lado del río
- Tropas de ocupación
Díaz Infante es poeta, fotógrafo, curador, activista del espacio, ha generado una casa e Subastas de Arte móvil, dedicada a la filantropía y la promoción del coleccionismo y recientemente promotor de Lucha Libre profesional.