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El Viernes Santo es una de las conmemoraciones más importantes del cristianismo porque recuerda la crucifixión y muerte de Jesucristo, un evento central para la fe cristiana. En este día, Jesús se sacrificó en la cruz para salvar a la humanidad del pecado y ofrecer la vida eterna, simbolizando la expiación y redención. La Iglesia celebra la Liturgia de la Pasión del Señor, generalmente a las 3 p.m., hora tradicional de su muerte.

Este día es de recogimiento y duelo; no se celebra la misa, sino la adoración a la cruz y la meditación sobre las siete palabras de Jesús en la cruz. Además, se realizan prácticas como el Vía Crucis, el ayuno y la abstinencia de carne, y el vestir de luto a la Virgen María, reflejando el dolor por la muerte de Cristo. El Viernes Santo invita a los creyentes a reflexionar sobre el amor sacrificial de Jesús y a vivir con humildad, perdón y compromiso espiritual.

En resumen, el Viernes Santo es fundamental porque marca el sacrificio redentor de Jesús, que es el núcleo de la salvación cristiana, y llama a los fieles a una vida de fe profunda y compromiso ético

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