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El quarterback de Chiefs tiene un régimen de entrenamiento poco usual que le ha ayudado a construir una dinastía en la NFL

Diciembre de 2024, tarde gris en Cleveland, cuarto periodo del partido de temporada entre Chiefs y Browns. Patrick Mahomes está en el bolsillo y, como de costumbre, todo el caos parece girar en torno a él. Desde su izquierda, Dalvin Tomlinson busca derribarlo y se lanza a su pierna. Una jugada que termina aparatosamente cuando el linebacker Michael Hall golpea a Mahomes en la parte superior y su cuerpo se dobla provocando pánico al ver como los tobillos que sostienen el futuro de Kansas City quedan comprometidos.

Para casi cualquier quarterback, ese momento sobre el campo habría terminado con gritos y una camilla. Pero Mahomes no es como los demás. Lo que sucedió después desafió la lógica: su cuerpo se dobló como una rama al viento, girando y tambaleándose hacia adelante con una elasticidad casi antinatural.

Lo que muchos consideran un milagro, Mahomes lo sabe bien: fue entrenamiento. Esa jugada en Cleveland fue una prueba perfecta de por qué ha pasado horas fuera de temporada haciendo cosas que otros jugadores consideran inútiles. Movimientos raros. Ángulos imposibles. Posiciones que parecen más de una clase de yoga que de la preparación para la NFL.

Esos métodos no son casualidad, ni son ideas de Mahomes. Son de Bobby Stroupe, su entrenador de confianza desde hace varios años. Stroupe tiene una visión diferente de lo que necesita un jugador profesional. Su mantra, tan extraño como efectivo, es simple: “El cuerpo humano es más planta que máquina”. En lugar de entrenarlo como si fuera un robot que necesita más potencia, Stroupe lo prepara como si fuera una estructura orgánica que necesita adaptarse a la adversidad.

Por eso, mientras otros quarterbacks están levantando pesas o repitiendo mecánicas tradicionales, Mahomes está haciendo cosas como fortalecer músculos olvidados, mover sus articulaciones en direcciones insólitas y girar su torso como artista marcial. Todo para convertir su cuerpo en una herramienta que no sólo funcione bien, sino que también sobreviva.

Esa preparación, poco ortodoxa y criticada por muchos, es el motivo por el cual Mahomes sigue siendo un fenómeno en una liga donde los golpes no perdonan. Desde 2018, cuando asumió como titular, sólo ha perdido dos partidos por lesión. Dos. Para alguien que ha jugado más de 100 juegos en una de las posiciones más castigadas del deporte.

Mahomes lo admite: no siempre estuvo convencido de estos métodos. De hecho, los odiaba. “Siempre me preguntaba por qué estaba haciendo esos estiramientos ridículos”. Pero luego de la jugada en Cleveland, donde su tobillo debió romperse el doctor David Chao, quien ha atendido a jugadores de la NFL, sostuvo que el quarterback también tiene mayor flexibilidad gracias a que “su colágeno es diferente, más elástico, lo que le permite recuperarse más rápido”.

El próximo domingo, cuando Mahomes se enfrente a Eagles en el Super Bowl LIX, cada paso que dé será una prueba del trabajo que ha hecho fuera de temporada. Cada pase, cada giro, cada escapada tendrá la firma invisible de un entrenamiento diseñado para sobrevivir y ayudar a construir una de las mayores dinastías en la historia de la NFL.

El dato

Mahomes pidió a Bobby Stroupe que se mudara a Kansas City. Entrenan juntos tres veces por semana fuera de las instalaciones de Chiefs. Gracias a las sesiones, Mahomes ha evitado lesionarse de gravedad en ocho campañas.

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