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Sebastião Salgado, el fotógrafo latinoamericano de mayor proyección mundial, comparte en esta entrevista exclusiva su experiencia de vida en comunidades indígenas. A propósito del lanzamiento de Amazônia, su nuevo libro que comenzará a circular en nuestro país en próximas semanas, habla de la importancia de ese ecosistema, del papel que juegan sus pobladores en el cuidado de su riqueza ambiental, y de su propia evolución en el quehacer fotográfico

Entrevista de Sonia Sierra -reportera de El Universal- para el suplemento cultural Confabulario publicada en 2021. Aquí un resumen de aquella conversación y al final el link con la entrevista completa.

Por Sonia Sierra

“El paraíso terrestre existe y es la Amazonia”. La frase de Sebastião Salgado evoca casi siete años de viajes por la selva, entre grupos indígenas, donde se dejó atrapar por la belleza de los ríos voladores, la inmensidad de los árboles, montañas y ríos, y la diversidad de culturas que tienen ecos de la prehistoria. Ese universo está en el libro Amazônia (Taschen, 2021), diseñado y editado, como todas sus obras, por Lélia Wanick Salgado, esposa del fotógrafo.»

«Cuenta que antes de la llegada de los portugueses, 500 años atrás, en el área de la Amazonia habitaban alrededor de cinco millones de personas, mientras que la población indígena hoy es de alrededor de 370 mil personas, 188 grupos que hablan 150 lenguas, algunos de los cuales comparten grupo lingüístico con culturas del Caribe, a miles de kilómetros: “Posiblemente adentro de la Amazonia tenemos la más compleja diversidad de grupos culturales del planeta”. Apunta que, además de aquéllos, se calcula que existen 114 grupos no contactados.»

«Hay nueve países amazónicos, yo trabajé sólo en Brasil. Las fotografías que he hecho para este libro son de la Amazonia brasileña, porque ya es complicado trabajar en uno, tener las autorizaciones para los diferentes países sería muy difícil. Pero más de 60% de la Amazonia se encuentra en Brasil; lo que hago en Brasil es un poco representativo para todo la Amazonia.»

¿Cómo participa su esposa Lélia en todo el trabajo de la fotografía, la planeación, la edición de los libros, los viajes?
«Oiga usted: vivimos juntos desde 1964; ella tenía 16 años, yo tenía 19. Yo soy economista; Lélia, arquitecta. Cuando yo pasé a la fotografía, unos años después Lélia también pasó a la fotografía. Hemos hechos tantas cosas en la vida juntos, hemos criado nuestra familia, hemos hecho nuestro trabajo, creamos un proyecto ambiental en Brasil (Instituto Terra), hemos plantado millones de árboles; hemos hecho una vida juntos. Es mucho más que mi mujer, es mi socia en todo en la vida. En todas las concepciones de trabajo, en los viajes; Lélia ha venido a muchos viajes a la Amazonia y tal vez no se quedaba tanto tiempo como yo, pero era para crear las exposiciones, los libros; tenía que mirar, sentir. Nosotros estamos muy mezclados, conceptualizamos, creamos, hacemos; en realidad los dos somos una sola persona. Yo aparezco más porque soy el fotógrafo, porque soy el hombre y hay un machismo muy fuerte en el planeta. Pero todo lo hacemos juntos, tenemos una participación igual en la creatividad de este trabajo.»

¿Cómo lo cambió la experiencia de este viaje?
«Este viaje ha sido como un gran regalo en mi vida. Pasé estos años, todos, en el paraíso; el paraíso terrestre existe y es la Amazonia. La Amazonia es el lugar más puro, hermoso, un lugar casi  imposible de describir de tan grande, tan impresionante: las lluvias son una cosa espectacular, las nubes, los ríos aéreos, los ríos, los peces de 250 kilos… es el paraíso. Amazonia es el paraíso terrestre. Tenemos que proteger el paraíso. Es la historia de la humanidad, el paraíso existe; es en Amazonia.»

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