Joaquín Guzmán López, hijo de Joaquín «El Chapo» Guzmán, admitió haber secuestrado a Ismael “El Mayo” Zambada para entregarlo a las autoridades de Estados Unidos, un acto que configuró una traición entre ambos líderes del Cártel de Sinaloa. Guzmán López citó a Zambada a una supuesta reunión en Sinaloa, la cual terminó en un secuestro cuidadosamente orquestado: tras llevarlo a una habitación privada, hombres armados entraron por una ventana que Guzmán había removido previamente, esposaron a Zambada y lo trasladaron a un avión privado con destino a Estados Unidos. Este secuestro, realizado con la esperanza de obtener clemencia de la justicia estadounidense para él y su hermano, no fue autorizado ni solicitado por el gobierno estadounidense, según dejó claro Guzmán López en su declaración ante un juez en Chicago. La traición desató una guerra interna entre las facciones de los hijos de «El Chapo» y los leales a Zambada conocidos como «Los Mayos».
La reunión en la que Zambada fue atraído fue presentada como un encuentro para resolver una disputa, con la presencia supuesta de otros líderes y políticos locales, pero terminó siendo una emboscada. Durante el operativo, Zambada fue sedado y trasladado en una camioneta a una pista de aterrizaje cercana para ser subido a un avión privado. Este suceso fue revelado por Guzmán López mediante una declaración amplia en la corte, y corroborado por una carta que Zambada envió desde la prisión, donde negó haber entregado voluntariamente su libertad.
Entre las motivaciones de esta traición se encuentra la búsqueda de Guzmán López de obtener beneficios legales frente a las autoridades estadounidenses, una estrategia que reflejó la profunda división y lucha interna que se vivió dentro del Cártel de Sinaloa tras la caída de Zambada. Este episodio evidenció no solo la complejidad y crueldad del mundo del narcotráfico, sino también cómo los antiguos socios pueden volverse adversarios mortales en ese contexto.



