Por Edmundo Font
Nota introductoria, rara al principio de la crónica, pero necesaria: en una cena con mi buen amigo Lluís Miquel Palomares, con motivo de su presencia y la de valiosos colaboradores suyos de la Agencia Carmen Balcells, presentes en la Feria del Libro de Guadalajara, tocamos el tema de la frustrada publicación de una bella plaquette de poesía que tendía un puente entre el idioma Bahasa y México. De allí que abunde de nuevo en otra crónica sobre el mismo tema.

Font con el Sultán de Perak, próximo monarca de Malasia
Una de las mayores frustraciones de mi larga vida diplomática, pasa por una omisión burocrática. Involucra a la poesía de Octavio Paz y a un fragmento de su poderosa y rica obra literaria. Conociendo al premio Nobel —viaje varias veces con él y con su esposa Marie-Jo, en el Brasil y en Cataluña— se que me habría reprochado no haber logrado obtener unos derechos de autor que representaban dar a conocer unos instantes de su poesía, en una lengua que hablan más de 200 millones de personas. Nunca antes Paz había sido trasladado al Bahasa (palabra que en sí misma significa lenguaje) y que se habla en Malasia, Borneo, e Indonesia.
La historia es agridulce. Envuelve uno de los momentos más altos de mi trabajo al frente de nuestra embajada en Kuala Lumpur. Con el hábito de acercar los más altos valores de los países donde he representado a México, identifiqué a la figura creativa con mayor prestigio en Malasia y le busqué en la bella isla de Penang, casi en la frontera marítima con Tailandia. No fue una empresa fácil. Latiff Mohidin, gran poeta y pintor, es un hombre de renuente vida social y de raros encuentros.

Se trata de un ser humano y de un intelectual excepcional. Además de dominar el alemán y de traducir a Goethe y a Rilke al Bahasa, se ha proyectado como uno de los más excepcionales artistas plásticos del Sudeste Asiático (es el único pintor de su país en haber expuesto en el Centro Pompidou de Paris) y de contar con dos esculturas en el monumento más emblemático de su país, exactamente bajo las dos torres que siguen siendo las gemelas más altas del mundo, las “Petronas”.
Me armé de valor, ante las dificultades anunciadas de que el poeta me aceptara recibirme y emprendí una excursión a una isla donde los descendientes seculares de origen chino le otorgan una característica mezcla de culturas fascinantes, con una dimensión de desarrollo de lo más pujante en la región. Para quien se interese en esa bella isla, recomiendo leer sobre Hermann Hesse y su paso por Penang, rumbo a Sumatra, donde se impregnó de la influencia espiritual reflejada en su obra universal.
Latiff Mohidin me dio cita en un hotel, con hora marcada de conclusión para el encuentro. Los primeros cafés que deberían haber acabado en los 60 minutos acordados, concluyeron tres horas más tarde. Fue una larga conversación que nos permitió acercar intereses comunes y dar inicio a una profunda relación de amistad; seguiré agradeciendo siempre el privilegio de una empatía que representa para mi otro significativo momento de mis tareas diplomáticas, y claro está, de mi esfera personal.
Ya durante ese primer intercambio enfocamos la obra de Octavio Paz y nació la idea de que Latiff Mohidin tradujera una pequeña selección de 21 poemas de nuestro escritor, y a la vez le ofrecí traducir 21 poemas suyos al español. Plantee el proyecto a mi gran amigo Andrew Yap, dueño de una de las cadenas de librerías más grandes del mundo y organizador de ferias de espectacular popularidad en asia y Medio Oriente: “BookXcess”.
Nacía así un proyecto que pude trabajar al alimón con el poeta malayo. Nos reuníamos con alguna periodicidad para dilucidar el contenido de los textos que sometimos a una versión rigurosa en los dos idiomas, respectivamente. El resultado final lo concluimos elaborando 5 ejemplares artesanales, fuera de comercio, de una lujosa edición que contenía una ilustración de Latiff Mohidin y una mía, en una encuadernación preciosa hecha a mano, recordando la de antiguos libros japoneses.
Uno de los momentos más altos de la conclusión del trabajo de traducción (además de presentar el proyecto durante un homenaje a Octavio Paz, junto a una colección de fotos del Nobel del FCE en una de las más importantes librerías de BookXcess en Kuala Lumpur) fue regalarle uno de los prototipos al Sultán de Perak Nazrin Sha —quien también es coleccionista de la obra del admirable poeta malayo-.
El registro fotográfico que se incluye aqui muestra al alto personaje, proveniente de la dinastía más antigua del país, con 497 años de continuidad. El Jefe de Estado de Perak, hijo de rey y próximo monarca de Malasia, además de ser el rector de la universidad nacional, es un intelectual formado en Cambridge, Harvard y Oxford, donde publica sus estudios económicos.
Su reacción, al observar el ejemplar número uno de “Poems of Two Gardens” fue excepcional: acercó el volumen a sus labios, en señal de respeto. Este emotivo gesto lo explica el alto refinamiento de una de las culturas más extraordinarias del Sudeste asiático, el de la fusión de un pueblo conformado por tradiciones arraigadas en visiones del mundo hinduistas, confusionistas y del Islam.

Nota final: la edición proyectada quedó solo en un prototipo fuera de comercio. Cierta insensibilidad burocrática, la de autorizar 21 textos, ocupando 11 páginas, impidió ir adelante con la difusión de algunos instantes de la poesía de Paz en el otro lado del mundo, de la mano de otro autor de gran calado. “Poemas de dos Jardines” fue una idea mas, y yace en el limbo de los libros no publicados.



